Comienzo

En el verano de 1989, mi padre, con motivo de su jubilación, nos invitó a mi mujer, a mis hijos y a mí a un viaje por el norte de España. Uno de los muchos lugares que visitamos fue Murillo de Rio Leza, un bonito municipio de La Rioja cercano a Logroño y en el cual nos quedamos a dormir en casa de un familiar. Estando allí, mi primo nos enseño la colección de mecheros de publicidad que tenía. Al verla y pensando que en aquella época en la provincia de Castellón era habitual que los negocios (bares, talleres, cerámicas, etc.) hicieran mecheros como regalos publicitarios, le comenté que para la próxima visita le llevaría una cantidad mayor que la que tenía hasta ese momento en la colección.

Dicho y hecho, de regreso a Castellón, me puse a recoger mecheros para mi primo.

Al año siguiente, en junio, con motivo de su boda, pensaba llevarle todos los que había recogido, pero al recibir los tarjetones para la ceremonia resultó que únicamente estaban invitados mis padres. Cogí los mecheros y cuando iba a dárselos a mi padre para que se los llevara me quedé mirando la caja, y al ver la cantidad que había y lo bonitos que eran, me surgió una pregunta: ¿por qué no me hacía yo la colección?. Y así lo hice, me los quedé para mí, fue en ese momento cuando nació la colección y comenzó mi afición por los mecheros.

Aunque efectivamente nace en 1989, durante años estuvo guardada en cajas y bolsas. Fue en el año 2000 cuando decidí que había llegado el momento de tener los mecheros expuestos y a la vista. Me hice confeccionar unas estanterías de aluminio blanco para la colocación de los mismos. El primer paso antes de colocarlos fue comprobar que no estuvieran repetidos. Así que cogí todas las cajas y bolsas y las vacié en el suelo del patio del adosado donde tengo la colección. Esta tarea requirió de la colaboración de mi esposa e hijos. Juntos hicimos enormes montones de mecheros (alrededor de 6000) separados por marca y modelo. Dentro de cada modelo los ordenábamos por orden alfabético y color, comprobando que no estuvieran repetidos y los que encontrábamos duplicados eran inmediatamente apartados del resto. Recuerdo que este trabajo de clasificación nos llevó cerca de dos semanas, y aunque mis hijos lo tomaron como un juego, para mi significó una gran ayuda.

Superada esta primera fase y siguiendo con el protocolo de la colección, a continuación vinieron las labores de vaciado de gas, limpieza, reparación y al final la colocación física de los mecheros en las estanterías. Todo este trabajo precisó de una gran inversión de tiempo por mi parte. Estuve dedicado a ese menester durante más de tres años casi todos los fines de semana y algún que otro período de vacaciones.

Desde entonces la colección no ha dejado de crecer, cumpliendo años hasta alcanzar en 2014 sus BODAS de plata (25 años). Espero que siga creciendo muchos años más , convirtiéndose en un futuro en parte del legado a mis hijos.

 

Dibujo conmemorativo del nacimiento de la colección.